martes, 30 de octubre de 2012

MAMÁ SOLTERA.


Mamá soltera:
En el momento que mi novio me pidió con lágrimas en los ojos, que por favor, no lo tuviera, supe, que una tormenta se aproximaría, y que más que nunca debía ser fuerte para sostenerme a mi, y a todo lo que se cayera a mi alrededor; incluido él mismo, que para ese entonces, todavía lo amaba.
Intente justificar su reacción, y contuve el dolor y la ira de oír tal pedido. ¿Cómo podía pedirme que matara un hijo mío y suyo? ¿Tan atemorizado podía estar? En mi mente me repetía una y otra vez, “debe ser miedo”, y de mi boca solo salía “todo va a salir bien”. Yo ahí, en la habitación de un telo barato, sin ninguna intención de tener relaciones, con un test de embarazo positivo y mi novio en mis brazos llorando y temblando. Pude haber sucumbido, y haber cedido al pedido desesperado del supuesto hombre de mi vida, pero no lo hice. Todavía me pregunto si fue un acto de amor a la vida, o un acto de inconciencia. Ignacio tenía razón. Ninguno estaba preparado y no era el momento. Nuestra relación de noviazgo recién comenzaba, y un bebé, significaba perder todo. No solo nuestra relación. Implicaba perder noches de fiestas, futuros trabajos, experiencias aún no vividas, y un montón de beneficios más de ser joven y sin responsabilidad por nadie más que por uno mismo. Yo lo sabía. Entendía cada motivo que me daba para no tenerlo. Entendía también mucho más…
Sabia que se venían momentos muchos mas duros de los que podría imaginar. No me importaba. Estaba dispuesta a todo. Mi hijo iba a nacer. Mi hijo va a nacer. Con o sin él iba a ser así. De hecho, fue eso mismo lo que dije. Mi decisión ya estaba tomada. Ahora quedaba en él, si quedarse o irse.
Dentro de mí había vida, aunque nadie más lo notara y yo aun no lo sintiera. Dentro mío había un hijo, producto del amor que le tenía a mi novio, y producto del deseo de ser mamá. Ese siempre había sido mi sueño. Siempre había anhelado ser madre. No podía ser asesina de mi propio sueño. Mi hijo es un sueño. Es un sueño hecho realidad.
Después de eso, muchas veces llovió. Tuve que soportar cada trueno, cada relámpago que cayó sobre mí. Por supuesto que no fue fácil, y más de una vez, las gotas cayeron de mis ojos y no del cielo. No fue sencillo mantenerse firme y tratar de sostener todo. Creo que en el intento me caí varias veces. Por suerte hubo gente que me ayudo a pararme.
El día más oscuro, fue el día que Ignacio me llamó por teléfono y me dijo que ya no quería estar conmigo, que sin é iba a ser feliz. Eso era algo imposible para mí. Había soñado mi vida entera a su lado, y creí que ambos estabamos dispuestos a pelear para estar juntos y superar nuestros problemas. Como pareja habíamos funcionado bien hasta que él cometió infidelidad. Las cosas empeoraron después de saber lo del embarazo. Yo lo amaba, y por eso soportaba. También lo hacia porque quería que mi hijo tuviera un padre. No tenía mas nada para darle. Por eso dolió tanto cuando se fue y me dejo sola.
No entendía. No entender me enfurecía. Estuve con esa ira en el pecho por más de un mes. Era algo tan toxico. Sentía que sin él no podía seguir. Lo necesitaba conmigo, como pareja y como padre de mi hijo. Quería una familia, y estaba incompleta sin él. Con él se fueron muchos sueños. Sueños que no van a volver… No era feliz. Lo extrañaba, y a pesar de que a veces lo odiaba, algo quería seguir amándolo y perdonarlo por todo.
Así paso más de un mes. Dos veces me llamó por teléfono. Y las conversaciones no duraban más de cinco minutos. Todo indicaba que su amor por mi había terminado, y que solo hablaba conmigo por obligación. Un hijo no debe ser nunca una obligación, o al menos eso pienso.
La tormenta hizo presencia la última vez que nos encontramos. Hizo presencia por más de una semana. La lluvia no solo se había llevado mi bronca, sino también mi amor por Ignacio. Verlo y oírlo esa ultima vez, hizo que me diera cuenta que el tiempo que había estado con él, había tenido una venda, en realidad más de una. Y fueron cayendo de a poco, cada vez que me lastimaba. Ya no puede lastimarme. Ignacio tomo su decisión, y yo la mía. Él, eligió irse y seguir como si el bebé o yo no existiéramos, y yo, decidí ser mamá por sobre todas las cosas. Elegí ser mamá soltera.
Ser mamá soltera no significa necesariamente estar sola. Yo ciertamente no lo estoy. No tengo a mi pareja, y mi hijo no tiene a su papá. Pero tenemos un montón de gente que nos quieren y nos cuidan. Son amigos y familia. Gente que reza por nosotros. No somos solo nosotros dos. Somos nosotros dos, y el resto de nuestro mundo. No estamos solos. Eso, es mil veces mejor que encontrar al amor de mi vida. Mi bebé no tiene padre. No puedo dárselo, porque el que tiene, se dio a la fuga. Pero en su lugar, tiene tíos, y tiene tías. Y ninguno jamás le va a hacer faltar el amor que necesita. Es más. Creo que va a tener amor de sobra.
Cuando mi hijo pregunte por su padre, yo le voy a decir, “Tu papá fue un hombre al que ame mucho, pero el amor duró poco. No supo cuidarlo. Tuvo miedo y escapó, pues fue más fácil así. Yo no quería soltarlo, pero no podía atarlo. Si piensa en vos, no lo se, si te extraña, tampoco lo se. Solo se que a pesar de sus errores, hay algo por lo que siempre voy a estar agradecida con él. Me dio el mejor regalo, mi hijo. Mi pequeño tesoro, ese que amo mas que a mi vida propia.”