Mamá soltera:
En el momento que
mi novio me pidió con lágrimas en los ojos, que por favor, no lo tuviera, supe,
que una tormenta se aproximaría, y que más que nunca debía ser fuerte para
sostenerme a mi, y a todo lo que se cayera a mi alrededor; incluido él mismo,
que para ese entonces, todavía lo amaba.
Intente justificar
su reacción, y contuve el dolor y la ira de oír tal pedido. ¿Cómo podía pedirme
que matara un hijo mío y suyo? ¿Tan atemorizado podía estar? En mi mente me
repetía una y otra vez, “debe ser miedo”, y de mi boca solo salía “todo va a
salir bien”. Yo ahí, en la habitación de un telo barato, sin ninguna intención
de tener relaciones, con un test de embarazo positivo y mi novio en mis brazos
llorando y temblando. Pude haber sucumbido, y haber cedido al pedido
desesperado del supuesto hombre de mi vida, pero no lo hice. Todavía me
pregunto si fue un acto de amor a la vida, o un acto de inconciencia. Ignacio
tenía razón. Ninguno estaba preparado y no era el momento. Nuestra relación de
noviazgo recién comenzaba, y un bebé, significaba perder todo. No solo nuestra
relación. Implicaba perder noches de fiestas, futuros trabajos, experiencias
aún no vividas, y un montón de beneficios más de ser joven y sin
responsabilidad por nadie más que por uno mismo. Yo lo sabía. Entendía cada
motivo que me daba para no tenerlo. Entendía también mucho más…
Sabia que se
venían momentos muchos mas duros de los que podría imaginar. No me importaba.
Estaba dispuesta a todo. Mi hijo iba a nacer. Mi hijo va a nacer. Con o sin él
iba a ser así. De hecho, fue eso mismo lo que dije. Mi decisión ya estaba
tomada. Ahora quedaba en él, si quedarse o irse.
Dentro de mí había
vida, aunque nadie más lo notara y yo aun no lo sintiera. Dentro mío había un
hijo, producto del amor que le tenía a mi novio, y producto del deseo de ser
mamá. Ese siempre había sido mi sueño. Siempre había anhelado ser madre. No
podía ser asesina de mi propio sueño. Mi hijo es un sueño. Es un sueño hecho
realidad.
Después de eso,
muchas veces llovió. Tuve que soportar cada trueno, cada relámpago que cayó
sobre mí. Por supuesto que no fue fácil, y más de una vez, las gotas cayeron de
mis ojos y no del cielo. No fue sencillo mantenerse firme y tratar de sostener
todo. Creo que en el intento me caí varias veces. Por suerte hubo gente que me
ayudo a pararme.
El día más oscuro,
fue el día que Ignacio me llamó por teléfono y me dijo que ya no quería estar
conmigo, que sin é iba a ser feliz. Eso era algo imposible para mí. Había
soñado mi vida entera a su lado, y creí que ambos estabamos dispuestos a pelear
para estar juntos y superar nuestros problemas. Como pareja habíamos funcionado
bien hasta que él cometió infidelidad. Las cosas empeoraron después de saber lo
del embarazo. Yo lo amaba, y por eso soportaba. También lo hacia porque quería
que mi hijo tuviera un padre. No tenía mas nada para darle. Por eso dolió tanto
cuando se fue y me dejo sola.
No entendía. No
entender me enfurecía. Estuve con esa ira en el pecho por más de un mes. Era
algo tan toxico. Sentía que sin él no podía seguir. Lo necesitaba conmigo, como
pareja y como padre de mi hijo. Quería una familia, y estaba incompleta sin él.
Con él se fueron muchos sueños. Sueños que no van a volver… No era feliz. Lo
extrañaba, y a pesar de que a veces lo odiaba, algo quería seguir amándolo y
perdonarlo por todo.
Así paso más de un
mes. Dos veces me llamó por teléfono. Y las conversaciones no duraban más de
cinco minutos. Todo indicaba que su amor por mi había terminado, y que solo
hablaba conmigo por obligación. Un hijo no debe ser nunca una obligación, o al
menos eso pienso.
La tormenta hizo
presencia la última vez que nos encontramos. Hizo presencia por más de una
semana. La lluvia no solo se había llevado mi bronca, sino también mi amor por
Ignacio. Verlo y oírlo esa ultima vez, hizo que me diera cuenta que el tiempo
que había estado con él, había tenido una venda, en realidad más de una. Y
fueron cayendo de a poco, cada vez que me lastimaba. Ya no puede lastimarme.
Ignacio tomo su decisión, y yo la mía. Él, eligió irse y seguir como si el bebé
o yo no existiéramos, y yo, decidí ser mamá por sobre todas las cosas. Elegí
ser mamá soltera.
Ser mamá soltera
no significa necesariamente estar sola. Yo ciertamente no lo estoy. No tengo a
mi pareja, y mi hijo no tiene a su papá. Pero tenemos un montón de gente que
nos quieren y nos cuidan. Son amigos y familia. Gente que reza por nosotros. No
somos solo nosotros dos. Somos nosotros dos, y el resto de nuestro mundo. No
estamos solos. Eso, es mil veces mejor que encontrar al amor de mi vida. Mi
bebé no tiene padre. No puedo dárselo, porque el que tiene, se dio a la fuga.
Pero en su lugar, tiene tíos, y tiene tías. Y ninguno jamás le va a hacer
faltar el amor que necesita. Es más. Creo que va a tener amor de sobra.
Cuando mi hijo
pregunte por su padre, yo le voy a decir, “Tu papá fue un hombre al que ame
mucho, pero el amor duró poco. No supo cuidarlo. Tuvo miedo y escapó, pues fue
más fácil así. Yo no quería soltarlo, pero no podía atarlo. Si piensa en vos,
no lo se, si te extraña, tampoco lo se. Solo se que a pesar de sus errores, hay
algo por lo que siempre voy a estar agradecida con él. Me dio el mejor regalo,
mi hijo. Mi pequeño tesoro, ese que amo mas que a mi vida propia.”