domingo, 27 de mayo de 2012

EL GRILLO(última parte)


Era un sendero rústico, cuya única luz era la luna. Por suerte, esa noche brillaba como nunca antes la había visto. A lo lejos, vio una figura difusa. La adrenalina del miedo aceleró su corazón. Quería salir corriendo, pero sus piernas no respondían. Dejó de caminar, y solo rogó que quien fuese el que se acercaba, no fuera la sacerdotisa acechándolo una vez más para llevar a cabo su venganza. Rezaba con que se tratara de un hombre muy delgado y femenino, pero cuando esta persona se acercaba más y más, era evidente que se trataba de una mujer. Marcos cerró sus ojos y esperó a su Verduga. Sintió un delicioso perfume a jazmín, un aroma que no era perteneciente a ella. La sacerdotisa olía más bien a flor de limón. Marcos abrió sus ojos y frente a él había una mujer desconocida. Su nombre era Roció.
_” Hola.”, fue todo lo que necesito para enamorar a Marcos.
Era por lo menos diez años más joven que el. Era una persona agradable, una de esas que todo el mundo quiere. También era una de las mujeres más bonita del pueblo. Se había mudado hacía ya algunos años inmediatamente después de  casarse, pero tristemente su matrimonio no duró mucho. Su amado esposo murió unas semanas antes del primer aniversario de casados. Fue en una tarde de lluvia en la que había salido a andar a caballo. Todo marchaba bien, hasta que el cielo se volvió violento y escupió un rayo que cayó en seco al suelo. El caballo se asustó, y el pobre infeliz cayó directo a una roca que partió su cabeza. Rocío no pudo irse del lugar, pues allí estaban todos sus sueños e ilusiones que había construido con su marido. Decidió quedarse y ser lo más feliz posible. No había vuelto a enamorarse hasta que conoció a Marcos.
Pasaron meses y ambos estaban viviendo al máximo su relación. Eran como dos niños. Solo había lugar para la felicidad. Marcos no volvió a soñar con la sacerdotisa, y los grillos solo cantaban en las noches de verano. Renunció a su trabajo y restauró la casa de su abuela. Llevó a vivir a Rocío con él. Un año después se casaron, y nueve meses después nacía su primera hija; Jazmín.
El tiempo siguió corriendo. Todo era color de rosa. Como nada malo le había vuelto a pasar, olvidó lo que había ocurrido en Buenos Aires. Pensó que mientras se mantuviera allí, estaría a salvo y feliz. La sacerdotisa no lo encontraría y la causa de su muerte seria la vejez. Nunca le habló a Rocío nada relacionado a la familia china, ni de la bruja, ni de los grillos, ni mucho menos de la doncella.
Jazmín iba a cumplir ya 10 años. Su hija merecía un regalo especial. Fue a la capital en busca de algo extraordinario para regalarle. Estaba sentado en un bar bebiendo café descansando de una larga mañana de compras. Una joven asiática de unos 20 años se sentó en su mesa. Marcos se mostró confundido.
_”Estoy felizmente casado. No me interesan las prostitutas”, fue lo primero que se le ocurrió decir.
La mujer se sonrió, y ante el insulto respondió con un escupitajo en la taza de café.
_” No soy ninguna prostituta, maldito viejo. Volví de China para avisarte que soy la última de mi familia. Ninguno pudo escapar. Yo tampoco voy a poder. La última vez que te vi, yo tenía más o menos 9 o 10 años. Sufrí mucho desde entonces, mientras que vos estabas acá siendo feliz. Quiero que sepas que vas a pagar por todo lo que nos hiciste. La venganza te va a alcanzar. No creas que te escapaste.” La chica se levantó y caminó directo a la puerta. Marcos salió detrás de ella. La agarró fuerte del brazo.
_” ¿Por qué me decís esto? ¡Vos sos esa nena del mercado! ¿Cómo me encontraste? ¿Por qué viniste a avisarme?”.
La asiática contestó:
_” Porque se que va a ser una tortura esperar tu muerte. Yo puedo morir esta noche, o la siguiente, o la que le sigue. No lo se. Solo se que no falta mucho, y que después de que muera nuestra guardiana va ir tras tu cuello. Yo que vos organizo mi velorio.”
Marcos no volvió a su casa esa noche. Se quedó en la capital hospedado en un hotel. Le dijo a Rocío que iba a quedarse unos días más hasta encontrar el regalo ideal. Estaba aturdido. No sabía que pensar, ni que hacer. Creyó que todo eso había quedado atrás. Pero allí estaba esa mujer. Ella pudo encontrarlo, y el espíritu también lo haría. Pronto volvería a acosarlo.
Al día siguiente tomó un micro a Buenos Aires. Su familia no sabía nada de esa decisión tan repentina. Todavía guardaba la esperanza de escapar. Volvió a su antigua casa. Todo estaba tal cual lo había dejado. Volvió a su vieja empresa, a su vieja oficina. Muchas cosas habían cambiado. Se encontró con su ex socio. Le ofreció su puesto una vez más como señal de paz. Marcos aceptó gustoso. Esa tarde tomó un helado de dulce de leche. Espero a la noche y subió una prostituta a su auto. Tuvo relaciones con ella en su vieja cama. Extrañaba a Rocío y a Jazmín. Al día siguiente sería su cumpleaños y él todavía no tenía el regalo ideal. Dejó a la prostituta y salió a buscar alguna juguetería abierta.
La luna llena estaba en medio del firmamento. Hacía calor y los grillos cantaban como locos. Paró en una plaza y se tiró en el pasto mojado. Miró las estrellas hasta quedarse dormido. En su sueño apareció Rocío y su hija. Las veía tan hermosas y felices esperando ansiosas por él.
_” Ya es hora”, escuchó en su sueño. Era la joven china quien le hablaba. Tenía un camisón rosa largo hasta los pies cubierto de sangre en el pecho, y en su mano izquierda sostenía su corazón.
Marcos se despertó impactado. No se molesto en subir a su auto. Simplemente salió corriendo. Nadie lo perseguía. El solo corría. Se detuvo solo cuando el aire se le acabo. Cayó tendido al cemento de la vereda. Miró al cielo como despidiéndose. La sacerdotisa volvió a aparecer tan joven y bella como la última vez que la vio. Los chirridos empezaron a sonar. A un costado suyo, los fantasmas de la familia china miraban con atención. La última en unirse fue la chica. Marcos se tiró al suelo de rodillas. Pidió clemencia e incluso quiso hacer un trato.
_” Les ofrezco mi riqueza a cambio de mi vida. Luché por ella. Puse todo mi esfuerzo e hice muchos sacrificios para tenerla. ¡Por favor acepten mi oferta!”.
La familia china lo miro asombrada. La sacerdotisa supo bien cual era la respuesta. Accedió a su pedido y se desvaneció en el aire, y junto a ella los fantasmas.
Marcos volvió a su casa con un gran oso de peluche y un ramo de flores. Esperaba contarles que había recuperado su viejo trabajo y que quería llevarlas a vivir a Buenos Aires. Pero nada de eso ocurrió.
Cuando abrió la puerta descubrió el horroroso hecho. Su amada Rocío y su preciosa hija estaban muertas sobre el suelo. La causa de la muerte era lo más raro que los médicos habían visto. Al parecer a ambas les faltaba el corazón. Marcos supo enseguida que la mayor riqueza que tenía era su familia. Había luchado desde siempre por conseguir una, y entendió que cuando su abuela le pedía que hiciera grandes cosas, no se refería ni a la fama ni a la fortuna, se refería al amor que solo una verdadera familia podía darle.
Un mes después Marcos se suicidó.


                                                       Fin.

EL GRILLO(3ra parte)


Como lo imaginó, la familia estaba preparándose para partir. El tío de la niña observó que Marcos se acercaba y alertó a los demás de su presencia. Enseguida voltearon la vista hacia él. Se mantuvieron en absoluto silencio. Marcos los invadió de preguntas.
_” ¿Es por aquella chica?, ¿la de pelo negro?, ¿huyen de ella?, ¿Por qué me está acosando?, ¿fue ella quien asesinó al abuelo?”.
El nuevo más viejo lo encaró con intenciones de golpearlo.
_” ¡No fue ella!”, gritó descontrolado, “¡todo es tu culpa!”.
_” Lo mismo dijo ella. Pero no creo merecer su castigo ¡No hice nada!
¡Está arruinando mi vida!”.
_” Si es ella la que te sigue, pero no es la culpable de nuestra muerte; si no vos”, intercedió una mujer, una de las más jóvenes y quien aparentaba manejar mejor el idioma.
_” ¿Que fue lo que hice?”, cuestionó nuevamente Marcos.
La joven primero miro a su familia como esperando la autorización de ellos para poder hablar. Aparentemente se la cedieron, pues unos segundos después comenzó a narrar la explicación de porque sucedía lo que sucedía y  porque iba a pasar lo que pronto pasaría.
_” Hace unos siglos atrás, en nuestra China natal, vivía nuestro ancestro de nombre Liu en un pequeño pueblo. Estaba casado con una joven de quince años, quien era la hija de un comerciante con mucho poder. Era el que llevaba las riendas del lugar y al morir dejo todo a su yerno: sus tierras, su hija, sus riquezas y sus responsabilidades también. Todo marchaba bien, hasta que un día llego al pueblo una extraña mujer de cabello dorado como los anillos de oro que usaba Liu. Al principio no molestaba a nadie. Se instaló a orillas del río, lejos de la gente. Era una exótica ermitaña que solo despertaba intriga. La armonía no duró mucho entre ella y los pueblerinos. Pues al poco tiempo de su llegada extrañas cosas sucedían. Niñas se perdían al buscar agua en el río y luego aparecían flotando con una herida en el pecho y sin sus corazones. En todas ellas se encontraban marcas de dientes. Era esto justamente lo que los hizo creer que tal vez era algún animal salvaje, pero la teoría desapareció cuando un testigo inoportuno acuso  a la joven dorada de ser bruja. Dijo haberla visto en medio del bosque comiendo carne cruda. No lo supo enseguida, pero lo que en realidad comía eran corazones. Razonó que pertenecían a las niñas degolladas. La oyó hablar en un idioma desconocido. Nunca había oído palabras tan raras. Estaba seguro que eran conjuros o maleficios. Nada bueno podía venir de una bruja. El pánico se había instalado. Acudieron a Liu para que les diera una solución. Cuando escuchó la historia quedó horrorizado. Las muertes no podían seguir ocurriendo. Había que poner un alto a toda esa locura. Su mejor idea fue atrapar a la bruja y hacerla confesar su crimen. Esa misma noche los hombres fueron a su choza y la llevaron arrastrando de los cabellos hacia la casa de Liu. Allí la hicieron reconocer sus delitos a golpes y a patadas hasta dejarla desfigurada. El pueblo encendido por el odio la siguió torturando. Decidieron que debían darle fin a la servidora del Diablo. Pusieron en manos de Liu una navaja. Sin que nadie le dijera nada, él ya sabia lo que querían. Sin vacilar rasgo la ropa ensangrentada de la joven y clavo el puñal en medio de su pecho, luego le arrancó el corazón y lo cubrió de fuego. La bruja ya estaba muerta. Ninguna niña más moriría a merced de ella. Curiosamente las muertes siguieron pasando. Resulto ser que el culpable en realidad era un hombre de cincuenta años que vivía en el mismo pueblo. Disfrutaba de la carne virgen y luego de darse el gusto les arrancaba el corazón como un souvenir. Obviamente el final para el no fue mejor que el de la supuesta bruja. Pero las muertes no acabaron ahí. Ya no eran solo niñas. Ahora eran hombres, mujeres, ancianos, todos los que estuvieron envueltos en la masacre de la joven. Según los rumores, recibían una visita de ella en sus sueños y a las pocas horas morían. El corazón se les detenía, una punzante sensación se les apropiaba, un agonizante dolor los torturaba por largo tiempo y finalmente, la muerte. Curiosamente, el corazón desaparecía de sus cuerpos. Era la venganza. El fantasma de la joven había regresado. No pararía hasta destruir a todo aquel que la hubiese hecho sufrir. Ya pocos quedaban. Liu no esperó a ser el próximo. Tomó cuanto dinero pudo y acudió a una sacerdotisa a la que le atribuían poderes divinos. Ella era la única que podía salvarlo. Era una mujer muy joven, de unos diecinueve años, de cabello negro y piel blanca. Tenía un rasgo único, algo distinto a las demás; sus manos estaban llenas de arrugas. Decían que se debía a los conjuros que utilizaba. La sacerdotisa accedió a ayudarlo. Prometió protegerlo a él y a toda su descendencia. Le entrego un grillo. Le dijo que mientras el animalito estuviera a salvo, él y los suyos también. El grillo era el símbolo que la representaba, y sería la unión entre Liu, la familia de Liu, y la doncella. La misma  noche que llegó a su casa recibió la visita de la joven dorada en sus sueños, pero no pudo hacerle daño, ni a él, ni a su esposa. La sacerdotisa entró en escena y se aseguró de que no pudiera dañarlos. No se rindió tan fácilmente. La bruja reapareció varias noches después, y en todas ellas fracasó. La sacerdotisa siempre los salvaba. La última vez que se mostró, fue la noche en que nació el primer hijo de Liu. Amenazó con vengarse con cualquiera que tuviera relación con él, no importaba cuanto tiempo le llevara,  tarde o temprano llevaría a cabo su venganza. Liu no se preocupó, pues sabía que mientras su familia tuviera al grillo en su poder estarían bien. La sacerdotisa los protegería como le había prometido. Así fue hasta hace poco, cuando el grillo murió aplastado por un sujeto imprudente. Ahora tanto la joven dorada como nuestra protectora están furiosas deseosas de venganza. El primero  fue el abuelo, no tardará mucho en que ya no quede ninguno de nosotros y cuando eso pase, no dudes que la sacerdotisa se cobrara con tu vida, pues es tu culpa que no pueda seguir protegiéndonos.”
Con esas palabras, la familia terminó de empacar sus cosas. Se subieron a un camión y se fueron.
_” Si hemos de morir, lo haremos en nuestro hogar. No podemos huir y usted tampoco lo hará. Lo acechará hasta la muerte.”, fue la frase de despedida.
Marcos quedo atónito. Lo que había oído era irreal. No podía ser cierto. Pero tampoco lo era lo que le había ocurrido en el último tiempo. No le quedo otra más que creer en la historia. La sacerdotisa no tardaría en volver a aparecer. La idea lo escandalizó. Lo primero que se le ocurrió fue tomar un avión a cualquier parte del mundo, pero luego pensó en eso de morir en su hogar.
Su hogar verdadero no era aquella casa inmensamente lujosa. Su hogar verdadero estaba a unos cuantos kilómetros de distancia de la provincia de Buenos Aires. Estaba en Corrientes, Pucheta. Un lugar adorable donde vivió su infancia entera y buena parte de su adolescencia. Sintió deseos de volver. Allí guardaba sus más valiosos recuerdos de vida. Al día siguiente después de otro sueño molesto, llamó a la oficina anunciando que su ausencia sería más prolongada de lo esperado, y que se iría a arreglar unos asuntos personales. Unas horas después se encontraba en la vieja casa de su abuela, donde había crecido. Dio una vuelta para ver si se encontraba con algún viejo amigo. Descubrió que solo uno aun seguía allí, el negro José, quien ahora tenía cinco hijos y una no tan adorable esposa. Parecía más una leona que una mujer. Aquella noche se quedó a comer. Por primera vez desde el accidente con la familia china, se sintió seguro. Pensó que tal vez la joven no lo encontraría  y que finalmente estaría tranquilo. Pensó que tal vez la solución era mudarse allí definitivamente y no volver nunca más. Después de todo, él ya había cumplido con su promesa. Ya había hecho grandes cosas como su abuela quiso que hiciera. Ahora debía asegurarse de seguir vivo unos años más, los suficientes para casarse y tener hijos, lo único que no había hecho. La idea siempre le había rondado en la cabeza, pero nunca llegaba el momento indicado. Unas de sus frases favoritas era buscarle el lado positivo a las cosas. Esta ocasión no debería de ser distinta. Algo bueno tenía que tener. Tal vez esta situación le permitiese concretar esa deuda pendiente, la de tener una familia. Esa noche caminó hasta su casa pensando en eso.

EL GRILLO (2da parte)


Esa misma noche, después de leer su libro favorito, se acostó en su cama y tuvo un sueño realmente macabro.
 En su sueño estaba perdido en un camino de arena desierto. No había nada ni nadie. Sentía su boca sedienta y sus labios secos, pero el sudor de su frente era toda el agua que tenía. Caminó sin rumbo por horas. El sol le pinchaba la nuca. Parecía inmutable hasta que repentinamente cayó la noche. Ya no hacia calor. El frío lo invadió. Una casa de papel apareció de la nada como por arte de magia, y en ella una mujer misteriosa, con el cabello enredado de color negro carbón. Sus manos se veían arrugadas como las de una vieja, pero su rostro era la de una joven de no más de 18 años. Se ocultaba tras una fina cortina color rosada en el umbral de la puerta. Marcos se acercó a ella. Miró fijo hacia sus ojos a través de la tela. Sintió el impulso de besarla, así que la tomó en sus brazos y cuando tenía sus labios cerca de los de ella, la muchacha desapareció como humo en sus manos. Reapareció a unos metros de distancia como burlándose de él. Luego se le acercó como un rayo de luz al oído y le dijo que la maldición ahora le pertenecía. Al terminar de pronunciar esas palabras, soltó una carcajada e inmediatamente del cielo oscuro comenzaron a caer grillos. Al principio parecía ser algo inofensivo, pero luego iban cayendo cada vez más y más, hasta cubrirlo por completo.  Marcos hundido en ellos, ni siquiera era capaz de gritar. Ya no podía respirar, ni moverse. Habían logrado entrar a su organismo. Estaban dentro de su boca, de su estómago, y de sus pulmones también. Lo único que podía hacer era oír el canto imparable de los insectos que parecían cantar en aumento hasta casi ensordecerlo. Cuando parecía que el sueño se iba a poner aún peor, Marcos despertó.
Había sido lo más extraño e inquietante que había soñado en su vida. Intentó volver a dormir. No pudo hacerlo, porque al apoyar su cabeza en la almohada, un grillo comenzó a chillar. Esa noche no durmió.
Al día siguiente Marcos fue a su trabajo. Le esperaba una larga jornada de labor estresante. Tenía una reunión en la que debía convencer a unos inversores a formar parte de la compañía aportando su dinero. El si de estos sujetos era realmente importante. El edificio entero esperaba su llegada. No había quien no supiese lo que significaba esa reunión.
La hora había llegado. Hasta antes de ese momento todo había marchado bien. Nada lo aturdía, ni siquiera ese sueño que parecía haberse borrado de su memoria. Ya estaban todos en la sala de reunión. Marcos era el orador, como siempre. Los inversores entraron por la puerta y fueron recibidos por la calurosa sonrisa blanca de Marcos. Una vez acomodados y de una breve charla informal, el encuentro dio inicio. Los primeros minutos marcharon más que bien. Con pocas palabras  se veían convencidos. Marcos se sentía seguro y complacido. Daba por asumido su triunfo, pero cuando a lo lejos escucho un sonido débil que se le hacia familiar, ya no opinaba igual. Comenzó a tartamudear. Las palabras se le mezclaban. Los nervios se le notaban en su cara de espanto. El sonido se hacia cada vez más fuerte. Miraba por todos lados buscando de donde provenían. Parecía asustado, y de hecho lo estaba. Cuando ya no pudo soportarlo, dejo de intentar disimular y salio corriendo revolviendo todo en la habitación. Gritaba, _” ¡¿Dónde están los grillos?!”. Solo él los escuchaba. Sentía como los insectos lo acosaban, esperando el momento oportuno para lanzarse sobre él para intentar ahogarlo. En su desesperación por salvarse, corrió hacia la ventana. Estuvo a punto de tirarse, pero uno de los empleados lo detuvo a tiempo. Por supuesto, Marcos tomo conciencia de su locura cuando lo llevaron a la clínica. Estuvo hospitalizado unos días. Los médicos explicaron que se trató de un simple ataque de nervios. Colapsó después de varios días de estrés. Los inversores lograron entender lo sucedido y accedieron a otra reunión con la condición de que Marcos no estuviera en ella. No querían otro episodio similar.
Marcos  se conformó con la explicación de los doctores. Decidió tomarse unas vacaciones después de salir de la clínica para recuperarse de su fracaso en la reunión.
La primera noche en su casa creyó que sería tranquila. Al salir la luna, Marcos se recostó en su sillón de leer. No estaba dormido. Solo tenía los ojos cerrados. Aún no había tomado el calmante que había comprado en una farmacia de camino a casa. Indudablemente estaba más relajado.
_“Nada malo sucederá”, se dijo a si mismo.
 La luna se puso en el centro del cielo. El viento comenzó a soplar. Las cortinas se movían al compás del silbido de la brisa que entraba por la ventana. Sin que Marcos lo viera, apareció una imagen tenue de una chica, la misma con la que había soñado anteriormente. Casi parecía un espejismo, pero se volvía cada vez más nítida y concreta. Se acercó hasta Marcos. Quedó parada justo frente a él. Lo miró enojada, llena de rabia y dolor. Habrá sido una lágrima proveniente de ella la que alertó a Marcos de su presencia. Al verla, literalmente se cayó de espaldas con sillón incluido.
La joven le gritó apuntadole con el dedo índice en un idioma que tal vez sería el chino. Luego volvió a gritarle en nuestra propia lengua.
_” ¡Es tu culpa!”, exclamó, “¡Es tu culpa!”, volvió a repetir.
_” ¿Mi culpa?, ¿Qué es lo que hice?, ¿Es por tu causa todo lo que me ha sucedido? ¿Cuál es fue mi error para merecer tanto odio?”.
_” Ya es tarde. Acaba de morir el primero. Solo faltan nueve. Van a caer todos y cada uno de ellos”.
Se oyeron nuevamente chirridos. Ya no era un sueño. La pesadilla se concretaba. Los insectos aparecían por doquier. Marcos aterrorizado salió huyendo de la habitación. Lo persiguieron por toda la casa hasta hacerlo salir a la calle. Corrió sin detenerse ni un segundo y sin mirar atrás. Oía el ruido incesante de aquellos bichos diabólicos. Algunos habían logrado subírsele encima e inexplicablemente sentía como querían perforarle la piel, como si tuviesen garras o dientes. Todo sobrepasaba lo lógico. Corrió sin saber hacia donde iba. En su mente solo cabía una idea; huir tanto como pudiera. A lo lejos vio un patrullero. Se dirigió a este con la esperanza de conseguir ayuda, pero al golpear la ventanilla del vehículo los grillos habían desaparecido. La policía lo ignoro. No estaba interesada en escuchar historias de un loco en pijamas. Se concentraba más en el crimen que acaba de ocurrir segundos antes de que Marcos llegara al sitio.
No había notado, hasta que levantó la vista, que se encontraba justo enfrente del supermercado chino. La gente del barrio se había amontonado como moscas a un pedazo con dulce. Por un momento se olvidó de los grillos. La curiosidad fue más fuerte que el temor. Una de las señoras que se encontraba allí le contó que habían hallado muerto al más viejo de los chinos; el abuelo. Comentaba también, que al pobre infeliz le faltaba el corazón, pero que no había señal de herida o de sangre. Todo era muy misterioso. No tenia sentido que alguien le faltara cualquier órgano del cuerpo sin que lo hayan abierto primero para sacarlo. La otra cosa llamativa era que el músculo no aparecía por ningún lado; como si nunca lo hubiese tenido.
 _“¡Brujería!”.
_” ¡Macumba!”, gritaron unos cuantos.
 La familia solo se limitó a encerrarse en el local luego de que se llevaran el cadáver.
Marcos regresó a su casa con la ilusión de no hallar nada fuera de lo común. En efecto, así ocurrió. El resto de la noche durmió lleno de ideas en su cabeza. Buscaba una respuesta y ya sabía en donde hallarla. Al amanecer, despertó y espero inquieto. Al llegar la hora fue directo al sitio donde había comenzado todo; el super chino.

EL GRILLO

LES PRESENTÓ UNO DE MIS CUENTOS...CONFIO EN QUE NADIE ME LO VA A ROBAR, Y SI LO HACE, POR FAVOR, QUE TODO EL MUNDO LO LEA! NO SOY EGOISTA, COMPARTO MI TALENTO(EL POCO QUE TENGO, Y SI ALGUIEN GANA ALGO, BIEN POR ÉL O ELLA. A MI NO ME IMPORTA. NO QUIERO FAMA NI FORTUNA. QUIERO QUE MIS PALABRAS VUELEN Y LLEGUEN AL OIDO Y OJOS DE TODO).
ACA...LA PRIMERA PARTE:


  EL GRILLO:
  

Siendo muy pequeño se quedó sin padres. La única familia que tenía era su querida abuela, una mujer debilitada por los años, quien aguantó todo lo que pudo hasta el cumpleaños número veinte de su nieto. Sus últimas palabras fueron “espero grandes cosas de vos”. Desde entonces se dedicó a hacer realidad las expectativas de la anciana.
Trabajó y estudió sin parar durante años. Su vida fue una lucha tras otra. En el camino perdió más de lo que ganó; amigos, amores y juventud. Poco parecía afectarlo. Todo sacrificio era válido para llegar a su meta.
Consiguió un trabajo en una empresa multinacional. Empezó como cadete y terminó como mano derecha del dueño de la compañía. Más de uno lo admiraba. Era reconocido en más de un continente. Aparecía en diarios, revistas y también en televisión. Los billetes le caían del cielo, y como si eso no alcanzara, debo destacar que era un sujeto carismático. Sabía muy bien como venderse. Pienso que tal vez era ayudado por sus adorables ojos cafés. Eran su mejor arma de seducción.  Estaban llenos de sueños y esperanzas. Era un eterno soñador. Los años eran solo números, pues tenía el espíritu de un adolescente. Muchas mujeres de todas las edades se sentían atraídas por él.
El hombre lo tenía todo. Hasta que ocurrió lo que ocurrió, ¿Quién diría que un simple grillito lo arruinaría todo?
En fin, su nombre era Marcos Monzón. Estaba en sus cuarenta. Vivía en una casa no tan pequeña cerca de un supermercado chino. Su casa era de las más bellas del barrio, tanto por dentro como por fuera. Tenía el techo cubierto con tejas color rojo bermellón, una increíble terraza en su cuarto, una pileta extremadamente amplia y profunda, rosas de todos colores, árboles de cerezo y un garage en donde cabían cuatro autos. Debo disculparme. Lo que dije es mentira. Mentí. Indudablemente lo hice ¡Oh, que gran mentirosa! Marcos no vivía en una casa. Por supuesto que no lo hacía. No existen casas así ¡Él vivía en una mansión maldita sea! El sujeto tenía tanto dinero que se daba todos los gustos. Su casa, por ejemplo. Si les pareció increíble los que les conté, no creerán el lujo que la casa, (perdón, mansión), guardaba en sus blancas paredes. Escaleras de algarrobo lustradas religiosamente cada mañana, muebles de la más fina calidad, recuerdos y obsequios provenientes de casi todo el mundo.
La historia comienza cuando Marcos iba de camino a su casa en uno de sus elegantes autos. Decidió hacer una pequeña parada en el super chino. Tenía el antojo de comer chocolate. Bajó del auto, compró la golosina y cuando estaba cerca de salir, la pequeña hija de los dueños le bloqueó el camino. La niña le sonreía con sus diminutos dientes blancos y sus ojos estirados. Extendió su manito como indicándole que haga lo mismo. Marcos cedió, pues pensó que era un inocente juego de niños de no más de dos minutos. Luego le pidió que cerrara los ojos, y Marcos nuevamente obedeció. Cuando abrió sus ojos encontró un “horrible” grillo en la palma de su mano. Se asustó tanto que tiró el bicho al suelo y luego lo pisó. El pobre insecto quedó aplastado. Inmediatamente la niña comenzó a llorar. Consecutivamente apareció el tío, un chino con cara de mafioso y diez veces más alto que Marcos. La tomó en sus brazos y la consoló en su idioma. El tío se puso eufórico. Hechó a Marcos del local y no fue necesario decirle que no debía volver. Le resultó mucho escándalo por un feo bicho. Marcos decidió no pensar en eso. Fue solo una situación extraña. Después de todo, ya no tendría que volver a ver a la bulliciosa niña y su loco tío, (o al menos eso pensaba).

jueves, 10 de mayo de 2012

OTOÑO

                                                              

 No hay paisaje más triste que el del otoño instalado en el corazón...

     



        ¿Alguna vez les paso sentir que todo adentro de uno está muerto? Los sueños, las esperanzas, el amor...TODO. Sea el motivo por el que sea, todo lo sentimos muerto. Nos creemos incapaces de volver a sentir o de soñar porque nada vale la pena. Pensamos, "¿para qué esforzarse?". Es como estar secos, huecos. Nos sentimos como un árbol sin hojas, como una flor marchita. Como si nada lindo pudiera salir o pasar. Sin embargo, yo les digo, NO ESTÁ TODO MUERTO.
         Es como el otoño. Vas caminando una tarde cualquiera a tu casa, miras a tu alrededor, y ves los arboles tan amargados y vacios, miras el cielo y lo ves opaco, miras el suelo y se tiño de amarillo y bordo, miras la gente y las ves abrigadas y calladas. El otoño es una estación deprimente. Todo parece haber muerto. Pero en realidad, solo está dormido. Es una estación que aunque no se vea, guarda grandes cambios. En esas hojas envejecidas, también hay belleza. Todo pasa en silencio, casi en secreto e invisible a los ojos. Cuando menos lo imaginamos, el cambio ya pasó. El otoño es un sueño largo hasta que llega la primavera. Piensen...

         

      HOY SOY OTOÑO, PRONTO SERÉ PRIMAVERA.

 

           Para ser primavera, primero hay que ser otoño. No queda otra. Todo cambio requiere superar etapas. Nada es para siempre. Todo tiene un final, y demás frases trilladas.
          Sufrir el frio, las hojas caídas, las ramas debilitadas, todo eso tiene recompensa cuando llega la primavera y todo rejuvenece y nace. Los colores cambian, la gente cambia, hasta el cielo cambia. Si en otoño todo hubiese muerto como aparenta, la primavera no llegaria nunca. Y sin embargo, cada 21 de septiembre se hace presente. Es lo mismo con nosotros. Seamos otoño un tiempo, total, sabemos dentro nuestro, que volveremos a ser primavera,y después verano. ;)