No hay paisaje más triste que el del otoño instalado en el corazón...
¿Alguna vez les paso sentir que todo adentro de uno está muerto? Los sueños, las esperanzas, el amor...TODO. Sea el motivo por el que sea, todo lo sentimos muerto. Nos creemos incapaces de volver a sentir o de soñar porque nada vale la pena. Pensamos, "¿para qué esforzarse?". Es como estar secos, huecos. Nos sentimos como un árbol sin hojas, como una flor marchita. Como si nada lindo pudiera salir o pasar. Sin embargo, yo les digo, NO ESTÁ TODO MUERTO.
Es como el otoño. Vas caminando una tarde cualquiera a tu casa, miras a tu alrededor, y ves los arboles tan amargados y vacios, miras el cielo y lo ves opaco, miras el suelo y se tiño de amarillo y bordo, miras la gente y las ves abrigadas y calladas. El otoño es una estación deprimente. Todo parece haber muerto. Pero en realidad, solo está dormido. Es una estación que aunque no se vea, guarda grandes cambios. En esas hojas envejecidas, también hay belleza. Todo pasa en silencio, casi en secreto e invisible a los ojos. Cuando menos lo imaginamos, el cambio ya pasó. El otoño es un sueño largo hasta que llega la primavera. Piensen...
HOY SOY OTOÑO, PRONTO SERÉ PRIMAVERA.
Para ser primavera, primero hay que ser otoño. No queda otra. Todo cambio requiere superar etapas. Nada es para siempre. Todo tiene un final, y demás frases trilladas.
Sufrir el frio, las hojas caídas, las ramas debilitadas, todo eso tiene recompensa cuando llega la primavera y todo rejuvenece y nace. Los colores cambian, la gente cambia, hasta el cielo cambia. Si en otoño todo hubiese muerto como aparenta, la primavera no llegaria nunca. Y sin embargo, cada 21 de septiembre se hace presente. Es lo mismo con nosotros. Seamos otoño un tiempo, total, sabemos dentro nuestro, que volveremos a ser primavera,y después verano. ;)
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