Mi mamá es única. Se que todos creen que la suya es inigualable, pero les juro, la mía es única. Mamá no habla, grita. Mamá no dice "te quiero", dice "pendej@ de mierda". Mamá no acaricia, mamá pega Mamá no escucha, mamá ignora. Mamá no cocina, mamá hierve agua para un mate cocido...
Mamá es así casi todos los días. Desde que se levanta hasta que se acuesta mantiene su mismo mal humor. A veces creo que nos odia, y probablemente sea así. Mis hermanos menores tienen suerte. Antes era peor. Si les contara toda las cosas que nos hacia a mi, a Leo y a Javi, no me creerían.
No hay solo día de felicidad en mi infancia y muy pocos en mi adolescencia. La mayor parte del tiempo me la pasaba llorando, o acostada en mi casa pensando porqué mi mamá no me quería. Nos pegaba con el cinto, la ojota, el palo del escobillon, varitas de los arboles, plantas de ortiga, zapatillas, cuchillo de cocina, cualquier cosa que tuviera a mano, pero por lo general, le gustaba pegarnos con el cinto y la varita del árbol. Buscaba siempre una con la punta más finita para que nos picara más cuando nos pegara. Una vez le partió una tabla de la cama en la cabeza de Leo. Otra vuelta, me arrastro de los pelos desde el patio de casa hasta la pieza de mi abuela para pegarme y patearme, (por si no la saben, cuando era chica, hasta hace dos o tres años atrás, tenía el pelo largo hasta por debajo de la cola.Creo que le gustaba que lo tuviera así porque cada vez que quería pegarme y yo quería escapar, me agarra de un mechón y me arrastraba hasta ella). Una vez, puso una araña grande y peluda en un frasco de mermelada con agujeritos, y cada vez que ella consideraba que nos portábamos mal, como reírnos o jugar a la pelota a la hora de la siesta o querer ir a la casa de los vecinos de enfrente, nos amenazaba con sacarla del frasco y dejar que nos picara, para que muriéramos envenenados. En otra ocasión, nos puso un diente de ajo en la cola. Si, no les miento. Nos puso en fila a los tres, y de a uno nos hizo pasar a la pieza. Ahí, con ayuda de la abuela, nos abría los cachetes de la cola y nos ponía un diente de ajo. Se imaginaran el dolor y el ardor. Nos prohibía ir al baño para no sacarlo. Andábamos horas dando vueltas, sin poder caminar demasiado por el obvio dolor que sentíamos. Tal vez Leo y Javi no se acuerdan de eso, porque eran muy chicos, pero yo me acuerdo de muchas cosas. Lo del diente de ajo, lo hacia supuestamente porque teníamos parásitos, y esa era "la única forma de matarlos". Mi mamá es una persona instruida, con una muy buena formación intelectual. No es ninguna ignorante para creerse semejante cuento. Por si no lo saben, ella es maestra, luego de recibirse, hizo dos años de carrera de kinesiologia, y tiene conocimientos de ingles. En conclusión, tiene, y en ese momento también, las herramientas necesarias, para saber que existen otros métodos para matar los posibles parásitos. No entiendo porque nos sometió a semejante tortura. Locura de mi madre, supongo.
Gracias a Dios, esas cosas ya no las hace. Está más tranquila, y mis hermanos menores, no sufren, los que nosotros los mayores, sufrimos teniendo la edad de ellos. Tantos recuerdos se me vienen a la mente, como cuando nos bañaba y nos cepillaba las rodillas con el cepillo de lavar la ropa y lavandina para que quedáramos más limpios, o cuando una o dos veces nos amenazó con tirarnos agua hervida, o cuando nos encerraba en la pieza para darnos una paliza.
Mamá es así de especial. Yo la quiero igual, y de ella voy a aprender. Cuando tenga mis hijos, voy hacer todo lo contrario a ella. Voy a ser cariñosa, a decirles que los quiero todos los días, escucharlos, y hablarles, en vez de gritarles o insultarlos. No se que pasará por su cabeza, ni qué sentirá. Algo la lleva ser así. Nadie es como es porque se le antojo serlo. Somos producto de la vida, de la gente, del pasado, del presente, básicamente de todo lo que tenemos... Como ya les dije, yo quiero a mi mamá, loca y violenta. También perdono sus errores, y se que en alguna parte suya guarda el amor que puede brindarnos...
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