domingo, 5 de febrero de 2012

de mi mente, a la tuya...


 Somos  corazones en busca de otro que nos complemente. Andamos vagando por el mundo intentando hallar a ese otro corazón destinado a estar a nuestro lado. Hay un mito que dice que los hombres al principio nacían con dos cabezas, dos mentes, dos corazones. Los dioses temían que estos seres fueran superiores a ellos. Por eso enviaron un rayo que los dividió convirtiéndolos en un solo ser.  Se sentían tan solos y vacíos que comenzaron a buscar esa parte que les faltaba. Desde entonces, los seres humanos buscan alguien que complete su existencia. Yo no se si realmente paso eso, pero si se que buscamos esa persona especial que nos haga sentir que no necesitamos nada más en el mundo más que su presencia junto a nosotros.
Pero, ¿Qué pasa si nunca lo hallamos?
Quedamos sin rumbo deambulando en soledad hasta que nos marchitamos de tristeza y cualquier esperanza oculta se extingue. Nos quedamos así hasta el día de nuestra partida. Es un final triste. Nacer destinado para encontrar eso tan maravillosamente especial, y nunca hallarlo. Saber que lo que queremos es mágico porque nos lo han dicho infinidad de veces, tantas veces que hasta llega a perder valor de lo que significa en realidad. Nunca conocer el amor. Jamás poder confirmar o negar que sea así o asa. El amor es puro cuento para el que nunca lo halló.
¿Y los que lo encuentran?, ¿Qué pueden decir respecto al tema?
El amor sin duda alguna esta lleno de sorpresas. Rara vez es como el otro te contó que era. Es como saber que Papá Noel no existe, y que en realidad son tus propios padres los que ponen los regalos debajo del arbolito. El amor no es alegría, tampoco mariposas en la panza, y mucho menos angelitos evocando a Cupido. El amor es parte de la realidad, y como ella puede ser bastante cruel e impredecible. Nos hace reír, llorar, besar, golpear, odiar, y de nuevo volver a amar. El amor nos hace sentir y nos recuerda que estamos vivos. Si lloramos y comemos helado hasta ahogarnos, no es tan malo como se ve. Sentimos y eso nos hace especiales. Somos seres sensibles y sabemos bien a lo que estamos expuestos, a pesar de que en ocasiones lo neguemos. Nadie es de acero sólido. Más bien podemos decir que somos de hielo, como un gran iceberg, indestructible hasta que llega el calentamiento global y nos convierte en cubitos de hielo.
Así que los que tuvieron la fortuna de encontrar amor, pueden decir que no es como en los cuentos que de niños nos contaban. El príncipe no se casa con la princesa y no son felices para siempre. En nuestro mundo, el chavon encuentra una mina que le mueve el piso, se acuesta con ella, la deja embarazada y pasa el resto de su vida tratando de dar lo mejor de si. Que no sea como lo soñó, no quiere decir que no pueda ser feliz con lo que consiguió. Puede sentir que la odia sin culpa alguna, no duden ni un segundo que ella también lo hace. El amor es así. Va de la mano con el odio. Es el motor de todas las emociones. Es el que nos recuerda que somos vulnerables y que no existe el corazón de acero solidó.
Otra cosa que debemos de saber es que la búsqueda nunca acaba. Tener el amor no es el fin de nuestros caminos. Queda más por buscar, más por hallar. Es lo mismo que antes, con la ligera diferencia de que ya no estamos solos. Ahora tenemos ese corazón que nos complementa.

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